Nuestro instituto tuvo la suerte de contar la semana pasada con la visita del actor y dramaturgo Álvaro Tato, que habló de poesía y teatro a nuestros alumnos de 3º de ESO y 1º de Bachillerato. La Casa de la cultura de Valdemorillo acogió este encuentro literario con el que el Valmayor ha querido, una vez más, complementar la enseñanza del aula con una maravillosa experiencia con la que adentrarnos en los géneros literarios y la magia de los grandes clásicos.
“No hay nada más parecido a un joven que un clásico y viceversa”.
Nuestro invitado supo captar la atención del público desde el primer momento, hablándole, cara a cara, de sí mismo, un joven que a través del arte se empeña en seguir siéndolo: “Yo tuve un sueño en aquellos años de instituto, y se cumplió, y fue el de dedicarme a la poesía, a la palabra, al teatro, a la música. El tiempo de soñar es el tiempo de los clásicos y el tiempo de los jóvenes; después, se te olvida. La sociedad te obliga a cambiar tus sueños por dinero, tus potencias, por rutina y a cambiar el bien por el valor…”. Álvaro Tato comunicó, con entusiasmo, una gran noticia a nuestros alumnos y es que “los sueños se cumplen. El precio es el esfuerzo, el rigor”.
“Los clásicos se empeñan en enseñarte que son clásicos porque te miran a los ojos; no hay que mirarlos con reverencia, como si fueran dioses. No sé cuáles son vuestros clásicos, a lo mejor se llama Antonio Machado, o sor Juana Inés de la Cruz o Santa Teresa o García Lorca o, quizá, se llama Nathy Peluso o Tangana… En el fondo, todos hacen lo mismo. Los que se dedican al arte se dedican también a disolver los nombres, porque si sentimos lo mismo, somos lo mismo”.
“Romeo y Julieta siguen aquí”, nos recordó: ”Los clásicos son clásicos porque están vivos, no porque están muertos, no porque haya que admirarlos”. Álvaro Tato aprovechó el encuentro para hablar de aquellos títulos que han marcado su vida: La vida es sueño, El perro del hortelano, El castigo sin venganza, El alcalde de Zalamea, El Quijote… También leyó algunos poemas de tu último libro, Año luz. Rescatamos el soneto que dedica a
Pilar García Madrazo, la profesora de instituto que inspiró sus primeros pasos en las artes escénicas:
La maestra no muere, se retira
a la clase invisible donde ahora
imparte su lección y la mejora
el silencio ejemplar con que nos mira.
Su voz, vuelta raíz, se extiende, inspira
a otros jóvenes nuevos, nutre, aflora
y vuelve a ser alumna y profesora
y dicen que se ha muerto y es mentira.
Amor, rigor, saber, sed de enseñar.
No cabe tanta luz en una muerte,
Y el olvido a tu lado es tan pequeño…
Eso quise decirte ayer, Pilar,
después de clase, cuando volví a verte
en el aula borrosa de aquel sueño.
Emilia Ruiz, profe de lengua